Víctor Manuel González / Trabajadores de la Edición
Es conocido el mito de que en México no se lee; sin embargo, la realidad es que no existen cifras confiables al respecto. En estos días se han dado a conocer los resultados del más reciente censo; seguramente, ahí conoceremos a detalle algunas cifras. No obstante, entre lo poco que he visto, salta de inmediato el hecho de que las mujeres leen más libros, mientras que los hombres leemos más periódicos; de cualquier forma las cifras no son alentadoras. No somos un país lector y las razones van más allá de la disponibilidad y el precio de los libros.
Según el módulo MOLEC del INEGI, con corte a febrero de 2020, la población alfabetizada de 18 años o más no lee por falta de tiempo en un 43.8 %, y por falta de interés, motivación o gusto por la lectura, en un 27.8 %. Seguramente en un futuro próximo se reflejarán los cambios de lo que vivimos en esta nueva realidad; puesto que en este encierro, productor de la pandemia, y aún considerando que no todo el mundo se puede quedar en casa por diferentes razones, ha crecido el número de lectores, pero no el número de libros vendidos. Ya hemos analizado durante el año que acaba de terminar la difícil situación por la que pasan las editoriales y sobre todo las librerías; me refiero de nuevo al módulo de lectura del INEGI (MOLEC), donde en febrero del 2020 más de la mitad de la población adquirió libros y revistas de forma gratuita. No quiero caer en el cliché de las malditas redes sociales, pero creo que han sido un factor para la propagación de la piratería.
Un fenómeno que ha proliferado durante esta pandemia es el hecho de que muchas de las actividades que otrora fueran presenciales ahora son virtuales. Una de ellas ha sido, por ejemplo, nuestras juntas quincenales en Trabajadores de la Edición, y es muy probable que ésta y muchas otras actividades sigan así en adelante.
Los clubes o círculos de lectura no han sido la excepción. En abril de 2010, algunos amigos iniciamos un grupo para compartir los libros que estábamos leyendo, lo que muy pronto se convirtió en un círculo de lectura virtual, en dónde hoy por hoy se leen hasta seis libros al mes y en donde, en muchos casos, tenemos la posibilidad de conversar con el autor en turno, cosa que en otras épocas era realmente difícil. En ese momento podía considerarse algo novedoso, una moda que tal vez no tendría una gran audiencia o resultados a largo plazo. Así pintaba y llegamos a tener sesiones de discusión con un solo lector, pero nunca dejamos de comentar nuestras impresiones sobre los libros leídos.
Hoy, durante este encierro, han proliferado clubes de lectura virtuales a lo largo y ancho del país, y he sabido inclusive de algunos en España que, de la mano de una popular escritora española, ya publicaron un libro con los cuentos de sus lectores. Por cierto, es preciso aclarar que hay lectores que pertenecen a uno o varios clubes de lectura.
Las redes permiten tener acceso a una diversidad de opciones de lectura, a toda clase de géneros y, sobre todo, al diálogo con los autores, quienes, salvo algunas excepciones, están dispuestos a dialogar con sus lectores y tener sus impresiones de primera mano, cosa que rara vez se daba en el pasado. En este sentido, la industria empieza también a cambiar y si bien al principio del encierro se pensaba que esto duraría unos cuantos meses, la realidad nos ha demostrado que no fue así y que vamos para largo. Por lo tanto, es natural que hoy las librerías, las editoriales y hasta los programas de televisión (léase Canal 11 @LeoConOnce) promuevan y apoyen a algunos de estos clubes generando una verdadera competencia por captar a los autores y, así, cautivar a más lectores. Las editoriales son cada vez más accesibles y buscan los clubes, cuando en el pasado era al revés; organizan eventos, presentaciones virtuales, mesas de discusión y presentaciones de la mano de los clubes de lectura.
Por otra parte, algo que está cambiando, y ya lo refleja el censo, es que, si bien ya tiene sus años en el mercado el libro electrónico, sus ventas, por razones naturales, se han incrementado en el último año. Después de un paro en los primeros meses del 2020, poco a poco la actividad editorial se reanudó y se volvieron a editar libros. La mensajería ha sido de gran ayuda para hacer llegar los libros a los lectores, pero la facilidad de tener de forma instantánea el libro disponible en la computadora, tablet o lector electrónico, hace que los libros digitales vayan ganando terreno poco a poco.
Estamos siendo testigos de una serie de cambios en nuestra sociedad que van más allá del libro y la lectura, a los que deberemos de adaptarnos para seguir vigentes.